¿Cuántas veces valoramos el poder disfrutar de todo esto?, creo que muy pocas...
Pues yo, hoy, una vez más y gracias a mi trabajo y todo lo que en él me rodea, me he parado a pensar en el valor de poder escuchar.
Hoy he tenido la oportunidad de ver cómo una niña de dos añitos empezaba (o continuaba) recorriendo el largo camino hasta poder conseguir lo que a los demás nos ha sido regalado.
Hace un mes que entró a un quirófano para salir de él con un paso muy importante de su camino, la parte interna de su Implante Coclear. Y Siguió caminando.
Hoy ha vuelto a pisar con fuerza (y he tenido la suerte de poder acompañarla) en la programación de ese “algo” ya tan suyo.
Mientras esperábamos con los papás en la salita, me decía la mamá “la gente está muy perdida en éste tema y me preguntan que si ya oye, y siempre tengo que explicarles, no aun no...!” y casi sin haber terminado me pregunta “¿Después de que la programen, cuánto crees que tardará en oír ya bien?, ¿Será pronto?”
Y así pasaba la espera; la mamá miraba su reloj...
¡Ya nos toca!, ¡Todo listo y empezamos!
La primera confirmación: la parte interna está perfecta; la sonrisa de esa mamá a la que ya no le importa la hora de su reloj.
Continuamos; primer contacto con ese “aparato” que seguro en adelante para ella será mucho más que eso..., un electrodo, otro, “pitidos”... y de repente la niña que jugaba ajena a nuestra miradas de... ¿impaciencia, miedo, curiosidad...?, se para, mira, pone cara de susto, se pone pálida, busca a su mamá y se acurruca en su regazo, mirándonos a todos sin entender qué le está pasando.
El papá, que nunca antes había visto esa expresión en la cara de su hija; la mamá, que sin esperarlo nadie, dice en voz alta “por fin el momento que tanto había esperado...”, y recoge a su niña entre sus brazos. Tal vez para ella un pensamiento en alto... pero... ¿qué hay detrás de todo esto?.
Es justo entonces cuando me doy cuenta de tantas cosas...
La niña... ¿qué siente una niña que por primera vez escucha y se asusta ante lo que para nosotros es insignificante?
Los papás... ¿qué sienten esos padres en ese momento en el que se abre la luz más esperanzadora en el camino de su hija?; esa luz en la que otros papás ni siquiera se detienen a mirar...
Los programadores, logopedas y demás profesionales... ¿qué sentimos ante una situación como la que hoy he tenido la suerte de vivir?, no se bien...pero me he sentido feliz, orgullosa...; feliz por poder acompañar (aunque sea un poquito y desde cierta “distancia”) a esos padres en ese largo camino que acaba de empezar; feliz por tener la oportunidad de encontrarme con esta niña y poder dar pasitos a su lado en estos momentos que aunque ella no recuerde, siempre marcarán su senda; pero sobre todo me he sentido orgullosa de mi trabajo, de poder levantarme cada mañana e intentar aportar un granito de arena en cada senda, en cada paso, en cada meta....
Noelia
¡qué linda experiencia...! realmente nunca daremos gracias suficientes a Dios por los dones recibidos, que EL nos de lucidés para cuidarlos, valorarlos y emplearlos bien.
ResponderBorrarHilda